lunes, diciembre 03, 2007

GP del Jarama 1998

El Chino acaba de escribir este relato donde recuerda nuestra experiencia en el ultimo GP del Mundial que se disputo en el circuito del Jarama en Mayo de 1998. Leedlo no tiene desperdicio y asi entendereis mejor quienes somos. Enhorabuena Chino por refrescarme la memoria de uno de los GPs mas divertidos que recuerdo, gracias tio.
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Corría el año 1998, y por esas casualidades de la vida, y por que los Portugueses vieron anulado su gran premio, El Circuito del Jarama organizó su último GP. El anterior había sido en 1993.
Ni que decir tiene que con lágrimas en los ojos por la emoción, compramos ilusionados nuestras entradas, por que por fin dejaríamos de dormir en el coche en una playa de Casteldefells, o de arrastrar los pies, sin donde caer muertos, por las calles del Puerto de Santa Maria.
A la hora de preparar la intendencia, dio la casualidad de que un viaje a Cuba el año anterior, me había abierto la senda para convertirme en un "Master Mojito" y que mejor oportunidad para demostrar mis dotes en el Ars-combinatoria que la pelousse del siete.
Hasta aquí todo normal, pero si algo nos caracteriza a "los Taraos" son nuestras dotes de organización y nuestra visión creativa a partir de la ingesta del primer litro y medio de cerveza.
Teníamos claras nuestras necesidades, un recipiente para transporte, el hielo, limones, agua con gas, vasos, ron blanco, azúcar, un majador y hierba buena.
Para transportar los ingredientes, incluido el hielo, y tras mucho cavilar y desechar: Una nevera de camping, una nevera de camping más grande, una bolsa de congelados del "carreful" y veinte cajas de tarta Comtesa, vimos la luz: Un cubo de basura. La decisión estaba tomada. Pero ¿íbamos a comprarlo?, La respuesta era obvia, NO.
Primero adecuamos el vehículo, reclinando el asiento trasero, y nos lanzamos a la calle en busca de un cubo de basura ajeno. Tras varias vueltas por la zona de influencia, uso de pasamontañas y luces del coche apagadas, encontramos nuestro objetivo. Optamos por un cubo de una oficina por razones de higiene, de esos grises con tapa verde y ruedas. El problema de qué hacíamos con lo que había dentro se resolvió en un instante y para asegurarnos de que los "antiguos" propietarios del cubo eran conscientes de que se lo habíamos birlado, volcamos el contenido justo en su puerta.
Huimos a la velocidad del rayo, y tras recorrer unos ... ¿200 metros? (Si, habíamos robado el cubo a los vecinos), llegamos a mi casa, bueno, la de mis padres, para proceder a la limpieza del cubo. Teniendo en cuenta de que nuestra experiencia con el "fairy" era completamente nula, y tras la euforia provocada por la adrenalina tras nuestro acto delictivo, vertimos aproximadamente unos 373 centilitros de líquido lavavajillas y dirigimos un chorro a presión con la manguera del jardín. La espuma que se produjo recordaba las fiestas del Amnesia en Ibiza. Solo faltaba la vaquilla. Eso sí, hubo que cambiar el césped después de ser regado con a fatídica mezcla.
Menos más que no alcanzó a las plantas de hierba buena que pudimos cosechar hábilmente cubiertos de espuma blanca.
Próximo objetivo: Azúcar, ron, agua con gas, limones y vasos de tubo de plastico
Eso era infinitamente más fácil, fundamentalmente por que renunciamos a robarlo y acudimos a comprarlo al hipercor, eso sí, diez minutos antes del cierre.
Carreras por los pasillos algo sinuosas, porque la ingesta de cerveza ya alcanzaba los tres litros "per capita", pero objetivo conseguido.
Las diez de la noche del sábado pre-carrera. Solo quedaba irnos a la cama para quedar al día siguiente. Nueva reunión para determinar la hora de la cita, acompañada, como no por...si lo habéis adivinado, más cerveza. La decisión no podía ser más coherente, para que dormir; de copas y al circuito.
Así que allá que te vamos, con el coche cargado con un cubo de basura, un kilo de azúcar, cinco quilos de limones, diez litros de agua con gas y cuatro litros de ron bacardí carta blanca. Ah se me olvidaba, y un majador. Con un par.
No voy a contar ni los bares a los que fuimos, ni las cervezas que bebimos hasta las cuatro de la madrugada, pero sí que el despliegue policial en Madrid era brutal, por que en el noventa y tres, la castellana se convirtió en un mega Jerez, donde la peña desfasó con las motos como ahora nadie podría imaginar. Pero ya fuese por que íbamos en coche, o porque nos confundían con un mini camión de la basura, pasamos sin problemas por delante del despliegue de "guindillas" con órdenes claras dadas por el responsable de los "tablillas del foro": "ustedes vosotros a por los "vehiculos" de dos ruedas, usease "amotos".
Hay que comprar hielo.
Paramos en todas las gasolineras antes de llegar al circuito y siempre la misma respuesta: No hay hielo. Y el motivo no era otro que la explanada de aparcamiento frente al circuito ya estaba petada de gente durmiendo en los coches, que se habían anticipado en sus compras esperando para entrar y coger sitio. Lo que no sabían es que iban a seguir durmiendo por poco tiempo. Pasamos de largo y llegamos al Molar, hasta encontrar una gasolinera, que si, esta sí, tenía hielo.
A la pregunta del gasolinero, totalmente de estuco al ver a tres tipos borrachos, con tres latas de cerveza en la mano, con un cubo de basura en el coche, de cuanto hielo queríamos, la respuesta, dado nuestro estado de euforia fue clara: TODO.
Conseguimos llenar completamente el cubo de basura con hielo, aproximadamente unas 50 bolsas, y hala, para el circuito.
El espectáculo era sobrecogedor, cientos de coches con gente durmiendo dentro, y un silencio solo interrumpido por el escaso tráfico de la A2.
Descargamos el cubo, ya convertido en "mojitomovil" y como eran las cinco de la mañana y hasta las seis no habrían las puertas, decidimos preparar el primer mojito de la noche y ambientar nuestro pequeño rincón cubano, pero no con música suave de Compay Segundo, si no con los Propelerheads a todo volumen, con mi súper guapo mega equipo de música de 100 Watts y seis altavoces y subwofer, regalo de Topini. Eso sí abrimos las puertas del coche, incluida la del maletero, para que no estallase debido a la onda acústico sísmica provocada.
Los que dormían dejaron de hacerlo, los insultos crecieron, pero disponíamos de un arma letal: Mojitos. A todo el que se acercaba a menos de diez metros, le enchufábamos un mojito, y les cambiaba la cara. Hacíamos amigos a la misma velocidad que yo era capaz de hacer mojitos, que ya empezaba a ser elevada. Quizá el miedo a ser linchado agilizó las cosas, aunque nunca se sabrá.
El campamento improvisado se fue desperezando y todos nos desplazamos hacia los accesos del circuito. Algunos recordareis que para cruzar la A2 se instalaba un puente de chichinabo construido con andamios y tablones. Ni que decir tiene que subirlo con el mojitomovil fue toda una odisea. No así la bajada, por que nos tropezamos, y tanto el cubo con todo su contenido, como los que los transportábamos, nos deslizamos tipo tobogán, y no precisamente de forma suave, hasta el final de la escalera, pero ya sea por el azar, o por esos recursos mágicos con el equilibrio que dios otorga a los beodos, nada de nada se salió del cubo.
Si de estuco se quedó el gasolinero, el que controlaba la puerta se quedo de mármol. Esa cara de felicidad que se les pone a los vigilantes cuando creen que ha llegado su gran momento, se convirtió en gesto de estupor cuando levantó la tapa y solo encontró hielo, limones, hierba buena, diez litros de agua con gas, azúcar y varios paquetes de vasos de tubo. (Habíamos colocado hábilmente el ron en el fondo del todo, perros viejos que somos). Y claro, nos dejó pasar. Gran error.
Desde el acceso de la recta de meta hasta las eses de Le mans hay un paseo de giñarse. Pero como el cubo tenía ruedas y los que tirábamos de el ya ni sufríamos ni padecíamos, conseguimos llegar hasta nuestro destino, no sin antes superar un talud de arena a modo de tribuna natural, que nos costó dios y ayuda superar, no por la dificultad intrínseca del desmonte, si no por el descojone generalizado que ya nos invadía.
Conseguimos ubicarnos entre unos cuantos inocentes que pretendían seguir durmiendo en la pelousse. Sorprendía ver a la gente que había cargado con mantas, almohadones, y demás parafernalia, cuando nosotros solo cargábamos con un cubo de basura. Evidentemente nuestras intención no era precisamente la de dormir, y continuamos con los mojitos, hasta que empezamos a sentir el cansancio de unas diez horas de preparativos, así que nos tumbamos en el suelo e intentamos dar una cabezadita. Y digo intentamos, por que tres tíos que estaban detrás de nosotros tenían como objetivo primordial mantener su manta limpia de contacto con otros seres humanos, y en el momento en que rozábamos su manta, nos daban una brasa de impresión. Pagarían cara su osadía y su celo para con la conservación de los tejidos zamoranos.
Ante la imposibilidad de dormir, la salida del sol, y el creciente público que abarrotaba el siete, continuamos con nuestra fabricación de mojitos a cuyo consumo se incorporaban varios de los que nos rodeaban. Menos el de la manta zamorana, que después de la pequeña trifulca, como que no le teníamos en mucha consideración. Empezaba su penitencia.
Como os podéis imaginar, empezábamos a ser conocidos en la pelousse, y aun más si cabe porque en mis lecciones de master mojito en cuba, había aprendido que para mezclar bien el combinado, debía agitar la botella de agua con gas y con el dedo obturando la boca de la botella dirigir el chorro a presión sobre el vaso del tubo. Ni que decir tiene que tras la ingesta de alcohol de las últimas 14 horas, la mitad del chorro caía fuera del vaso, y lo que es peor, sobre algunos de los espectadores, pero ¿quien se iba a enfrentar a los que habían desayunado payasete y tenían en sus manos a bastantes seguidores, no de sus majaderías, pero si de sus pelotazos?
Un problema añadido era el que hacer con los limones ya utilizados. Cada mojito consume indefectiblemente medio limón, y al ritmo que iba aquello, podíamos convertir la pelousse en cascaralandia, así que decidimos lanzarlos sobre un guardia civil que se encontraba entre las vallas que separaban al público del circuito. No hace falta describir el patético espectáculo que ofrecíamos lanzando los limones, ya que la puntería es una de las principales aptitudes que se pierden bajo los efectos de las bebidas espirituosas. Añadidle a esto el talud de tierra, y podéis imaginaros que más de una vez rodamos por la pelousse. Menos más que como ya nos conocían se apartaban de nuestro camino, y además sabían que serían recompensados, si lo habéis adivinado, con un mojito.
Ante la lluvia de limones, el señor de la benemérita, de los de verdad, con tricornio, bigote y barriguilla, se dió la vuelta indignado y no se le ocurrió otra cosa que dirigirse a al publico en voz alta, (si somos unos cobardes y lanzábamos los limones cuando no nos veía, que pasa) y con esa voz de autoridad que se le presume a las fuerzas del orden dijo, y cito textualmente (bueno, más o menos textualmente, que más da) “¡¡Pero como sois tan cerdos, no veis que tenéis ahí un cubo de basura!!”. Ya os podéis imaginar que al cubo al que se refería no era otro que el mojitomovil. La partidura de pecho no pudo ser más bestial, no solo la nuestra si no de toda la peña de la pelousse que se entretenía viendo a tres tipos borrachos como cubas hacer el idiota, como pocas veces antes habían visto, con la honorable excepción de Pepe Viyuela con su escalera. Desde ese momento, el señor guardia no se dió la vuelta hacia el publico ni una vez más en toda la mañana. Comenzaron las carreras, y los recuerdos de ellas son algo borrosas. Recuerdo que Chequita ganó en 500cc, que Cardús se dió un meño de aupa en el siete siguiendo a Kocinski, que acabaría ganando en 250, y Ceccinello gano en 125. Aunque no se si lo recuerdo o es que lo he visto en alguna estadística. Ya sabéis que a veces a uno le falla la memoria, aunque me tome las gotas del tanakene por la mañana.
También recuerdo que antes de la carrera de 500 cc, y ante una clara evidencia de que nos sobraba "algo de hielo" decidimos regalarlo a todos aquellos que nos habían aguantado durante toda la mañana. Los chavales se lo merecían. Todos menos uno, si, lo habéis adivinado, el tipo de la manta zamorana tuvo la osadía de pedirnos hielo, pero su cara se me había quedado grabada, y conoció de primera mano lo que algunos han definido como "el brote del chino". Ya se que mi tono impertinente no lo puedo reproducir en negro sobre blanco, pero los que me conocéis, podéis poner ese tono a mis palabras, que fueron algo así como: "Que pasa que ahora quieres hielo, es que no te acuerdas de mi, pues yo de ti sí, así que mira tu por donde a ti no te voy a dar hielo, no vaya a ser que se te moje la mantita, o es que ya no te acuerdas de la brasa que me has dado esta mañana, que si me pisas la mantita, que si no toques mi mantita, que si esta es la raya que te separa de mi mantita, ah, mala suerte, tío listo, tu te quedas sin hielo", y algunas lindezas más que no recuerdo pero puedo imaginar.Acabaron las motos y salimos del circuito, llegamos al coche, pusimos el aire acondicionado y nos quedamos dormidos hasta que se vació el aparcamiento. Cuando recuerdo aquello, no hago más que pensar cual era nuestro grado de inconsciencia, perdida de norte y capacidad de aguante, pero es que éramos unos chavales, Yo solo tenía 33 años, el bujías 36 y el topini 35.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajajajaja

Joer chino, que relato más bueno!

Me quedo con 2 cosas:

El de la manta Zamorana (me habría gustao ver su cara cuando se atrevió a perdite hielo) y con el de la Benemérita y el "no seais guarros, cojones, que teneis un cubo de basura al lado!!!"

Muy bueno!!!

James

pd...ya erais un poco mayorcitos para ser tan inconscientes, no????